El fortalecimiento de las mujeres en el liderazgo femenino

¿Qué pensarías si te decimos que el liderazgo femenino no es territorio exclusivo del fortalecimiento de las mujeres? Tampoco el estilo masculino es terreno propio de los hombres. Por lo tanto, no tiene por qué equivaler ser una mujer líder con estar ejerciendo el liderazgo femenino.

En este artículo abordaremos este tema. 

Fortalecimiento de la mujer y liderazgo femenino: ¿es lo mismo?

Al abordar el tema de la inclusión de la mujer en roles directivos y los desafíos que enfrenta en el nuevo paradigma empresarial, no podemos evitar hablar del empoderamiento femenino. Sin embargo, al resaltar un modelo de liderazgo con características consideradas tradicionalmente femeninas o distintas al modelo predominante, estamos hablando del liderazgo de estilo femenino.

No obstante, es importante destacar que los roles de género son construcciones culturales que se adquieren desde la infancia. Afortunadamente, en nuestra sociedad actual, hemos podido conseguir lo que por muchos años fue solo para unos pocos: la igualdad legal y de derechos entre hombres y mujeres. Ambos géneros pueden desempeñar roles en espacios públicos y privados sin restricciones. 

Ser una mujer en un cargo directivo no implica necesariamente ejercer un estilo de liderazgo femenino. De hecho, algunas mujeres continúan adoptando el modelo de liderazgo tradicionalmente masculino o incorporan algunas de sus características para avanzar en sus carreras profesionales.

En la actualidad, es común ver a hombres que asumen roles de liderazgo que incluyen características consideradas femeninas. Dado que los estilos de liderazgo no son puramente definidos, algunas personas naturalmente se identifican más con uno que con otro. A lo largo de sus carreras, es probable que adopten múltiples roles según las circunstancias y su desarrollo psicológico y profesional.

Tal como nos cuenta Barbara Grane, existen diversas teorías que intentan explicar las diferencias de comportamiento entre hombres y mujeres. Algunas argumentan que los roles de género son el resultado de la cultura y el aprendizaje social. Otras, basadas en la neuropsicología, sugieren que la predominancia de un hemisferio cerebral sobre otro puede influir en nuestro estilo de liderazgo, independientemente del sexo. También hay quienes sostienen que nuestras hormonas, ADN y biología influyen en nuestro comportamiento y género.

Al leer todas estas teorías, surge la pregunta de dónde se encuentra el límite entre lo aprendido y lo innato. Si el cerebro humano es tan maleable como se sugiere, el género no debería ser un factor determinante en el comportamiento a lo largo de la vida.

Nuestra capacidad de aprendizaje demuestra que podemos adaptar nuestro comportamiento, independientemente de nuestras tendencias naturales. Es una cuestión de evolución y adaptación al entorno.

Cualquier persona que se proponga y esté dispuesta puede aprender las virtudes de los estilos de liderazgo femenino o masculino y aprovechar sus ventajas, sin importar su género. En cualquier caso, es importante saber cómo optimizar el rendimiento como líder y buscar constantemente la mejora.

¿Cuáles son los desafíos que enfrenta el liderazgo femenino? ¿Cómo puede destacarse y fortalecerse frente a los demás? 

Si comparamos las características del liderazgo masculino con el femenino, parecen ser opuestas, como el aceite y el agua, casi incompatibles. Esta aparente diferencia ha generado rivalidad y competencia entre ambos.

  • ¿Es necesario que estos dos modelos de liderazgo compitan y se enfrenten constantemente? 
  • ¿Es posible que en el futuro puedan reconciliarse y coexistir? 
  • ¿Estamos avanzando hacia un modelo que integre ambos estilos de liderazgo?

Estas tres preguntas surgen en un contexto actual donde la conciencia social y empresarial sobre la igualdad de género ya es un tema prioritario en todas las agendas de las organizaciones. 

Desde una perspectiva de liderazgo y gestión de personas, tiene más sentido buscar nuevas formas de mejorar los estilos de liderazgo existentes. La adaptación de las organizaciones a las nuevas necesidades económicas y organizativas es esencial, ya que el entorno empresarial es dinámico y cambia constantemente.

La psicología organizacional comprende el comportamiento humano, el liderazgo efectivo y el liderazgo en tiempos de crisis. Con el tiempo, los estilos de liderazgo femenino y masculino se han vuelto menos distintivos debido al intercambio de roles entre hombres y mujeres.

Los expertos en liderazgo y dirección de empresas reconocen las ventajas y desventajas de cada estilo de liderazgo. Es importante destacar que existen numerosas clasificaciones de liderazgo basadas en diferentes parámetros y criterios.

La buena noticia es que, desde la alta dirección de las empresas, se está trabajando en la creación de un modelo de liderazgo más integrador. ¿La razón? Para abordar las deficiencias y potenciar las mejoras de cada estilo.

Tanto el liderazgo masculino como el femenino no son inherentemente mejores ni peores; son dos enfoques para abordar y resolver las diversas situaciones en las organizaciones. Son completamente compatibles y pueden armonizarse.

En este sentido, respondemos a la gran pregunta: ¿el fortalecimiento de la mujer tiene que ver con el liderazgo femenino? En cierta medida sí, aunque el objetivo de un buen líder es optimizar sus equipos de trabajo, diversificando las características de sus miembros y buscando equilibrio; sin importar el tipo de género.

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