En los últimos tiempos, el liderazgo femenino se ha convertido en una nueva concepción de estilo de dirección en el contexto de las empresas.
Tal y como se autodenomina, parece que esta nueva forma de dirección viene a contraponerse al liderazgo masculino, pero. ¿Deberíamos considerarlos como dos estilos diferentes? En este artículo analizaremos las diferencias y cómo se complementan entre sí.
¿Qué es el liderazgo femenino y que entendemos por liderazgo masculino?
Comencemos por comprender las diferencias:
En general, el enfoque femenino se distingue por:
- Abrazar una perspectiva más empática y asertiva hacia las personas.
- Fomentar una gran capacidad social y de interacción.
- Dominar el mundo de las emociones, incluyendo su expresión y el manejo adecuado para gestionar conflictos.
- Sobresalir en la capacidad de comunicación efectiva, creando una cercanía que fomenta la cooperación y la negociación entre pares.
- Ser una fuente de creatividad.
- Mantenerse abierto y receptivo al cambio.
- Aportar flexibilidad y adaptabilidad continua a los equipos de trabajo.
El estilo masculino se destaca por:
- Orientarse hacia el logro de objetivos.
- Estar centrado en la acción.
- Ser racional.
- Ser dinámico y enérgico.
- Plantear nuevos desafíos.
- Tener una alta capacidad para asumir riesgos.
- Fomentar la competitividad en las personas.
- Impulsar la obtención de resultados y el logro de metas.
La distinción común entre estas dos tendencias de comportamiento, masculina y femenina, ha sido influenciada por la tradicional polarización de los géneros, hombre y mujer, y los respectivos roles sociales de cada uno.
Los roles de género y su impacto en el liderazgo empresarial
En la mayoría de las culturas, los hombres ocupaban posiciones en la esfera pública y disfrutaban de un estatus superior, mientras que las mujeres estaban confinadas a la esfera doméstica, más privada, y estaban subordinadas a los hombres en un estatus de inferioridad.
Esta división clara y diferenciada asignó roles inamovibles y excluyentes a cada género. Así, lo masculino se asoció culturalmente con el hombre, otorgándole una serie de características y roles específicos, al igual que sucedió con la mujer y su papel femenino.
La incorporación de las mujeres al mercado laboral y su ascenso a puestos de liderazgo han desempeñado un papel importante en la creciente prominencia de su estilo. Ya sea debido a una esencia femenina innata o a nuestra herencia cultural, las mujeres han logrado destacar un estilo cuyas características también ofrecen ventajas a las empresas.
Conclusión
Es importante recordar que, a pesar del inminente crecimiento del liderazgo femenino en las organizaciones, ningún estilo de liderazgo es completamente eficaz por sí solo. Ninguno posee ventajas abrumadoras sobre el otro. Cada estilo tiene sus debilidades y fortalezas, y su eficacia depende de cómo se adapte a ciertos contextos y funciones dentro de la empresa.